lunes, 16 de noviembre de 2009

C’EST BIEN D’ÊTRE FRANÇAIS


La identidad nacional no es un concepto que se inocule como una vacuna, decía hace un par de días Le Monde a propósito del viejo debate reabierto ahora por el omnipresente presidente galo; el de la identidad nacional française. No sé si el objetivo último de Sarko es que los chavales canten la Marseillaise en las excursiones del colegio, que los adolescentes de la banlieu lleven camisetas con el mítico I love Paris o que todo hijo de vecino adopte esa costumbre tan francesa de transportar la baguette pegada al sobaquillo, pero parece que sus deseos se hacen realidad. Ayer, mientras paseaba por Lyon, la burbuja burguesa de la France, oí a un chaval decir con tanto orgullo como alivio: "C’est bien d’être Français!". Se lo decía a sus colegas de rasgos árabes mientras pasaban el rato en las escaleras de l'Opéra. Me perdí el contexto y el porqué de aquella sentencia. Pero, por un momento temí que la République efectivamente hubiese comenzado una campaña de inoculación de la identidad nacional.

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