viernes, 11 de marzo de 2011

Del miedo

Por Sergio Aguilar

Este miedo es un miedo sencillo,

miedo blanco. Estando junto a ti,

cuando todo es bello en su quietud,

temo que se detengan nuestros pasos,

o que nos abisme de nuevo

en ese horror sencillo

el sólo pensamiento

de que no hay ya futuro ni justicia.

Y si al quedar unidos

en nuestros ojos nada un silencio,

empapados, jadeantes, ciegos blancos,

mil miedos gritarán gozosos

como sortilegio contra la muerte.

También de esa materia están hechas las faltas.

Este miedo es un miedo que teme

perder tanta belleza,

tan prístina y oscura

que ya no se descifra con palabras.

Cada palabra nos deja su surco,

su marca en los cuerpos que hablan por ella.

Es un miedo, al fin, tan sencillo

como la oscilación de un balancín

que se llora cuando se aleja

y que en su huida inicia su regreso.

Y si no hay objeto, no hagamos nada.

Esperemos tan sólo poca cosa

de cada gesto, palabra y silencio.

Y temamos tan sólo, sencillamente,

a dejar de creer en esta maravilla.

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