miércoles, 20 de octubre de 2010

EL INCREIBLE MONTILLA



¿Es un avión? ¿Es un cohete? No, es el increïble hombre normal y este es el cartel de la campaña de las juventudes del Partido Socialista de Catalunya- para los que viváis más allá del planeta Ktlán y os hayáis perdido este asunto tan jugoso.

Tan normal es Montilla que llega a ser increïble. Ay, quiero decir, Montilla es tan increïble que no parece ni normal. Bueno, o sea, que es tan normal que no parece ni increïble y a veces ni hombre. Vamos, ¡que Montilla es un superhéroe en toda regla! Aunque me temo que el malo de la película tiene la kryptonita a punto para el 28N. ¡Villano! ¡Ruin! Bueno, mejor me callo que al final me van a echar del curro.

viernes, 15 de octubre de 2010

EL CHOU DEL ATACAMA



Ilustración Blanca Nieto


Sobran editores. La avidez de la societé du spectacle y la tiranía de la inmediatez con su brazo armado tecnológico - las cámaras omnipotentes y omnipresentes - son las que deciden ahora si algo merece ser elevado a la categoría de noticia.

Resulta que el “parto” televisado de las entrañas del Atacama, siguiendo con la metáfora del presidente chileno, se ha convertido en “la noticia más seguida de todos los tiempos” cuando antes no hubiera pasado de un breve. Son cosas del directo. Supongo.

Durante 48 horas medio mundo ha estado pegado a la pantalla esperando el desenlace del Gran Hermano minero. Cuando el premio es la vida la expectación aumenta. Lógico. Aquí no valía quedar segundo. Es justamente el merodeo de la muerte, la tensión acumulada, la emoción contenida, la supervivencia, la cooperación, los personajes arquetipos - por no hablar de los líos de cama- lo que ha hecho que el show de Atacama ofrezca la mezcla perfecta para enganchar a la audiencia de medio planeta. Del medio planeta que tiene pantallas y no se está muriendo de hambre mientras los ojos tecnológicos miran hacia el culebrón minero, que algunos medios han calificado como símbolo de la unidad nacional. ¿...? Yo entremedias me he perdido algo.

Por puro masoquismo, una vez más me pregunto cuál es la delgada línea roja entre espectáculo y periodismo. ¿Espectáculo disfrazado de periodismo? ¿Periodismo espectacular? ¿Especular con el periodismo? Da igual, ¿para qué responderse? Una buena historia es una buena historia, dicen, y si encima la puedes ver en directo desde el sofá con una Coca Cola y unas palomitas (o más castizo, con una birra y unas patatillas), ¿para qué gastar en cine, si estamos en crisis? Habrá que aceptar “espectáculo periodístico” como animal de compañía. Supongo.