lunes, 21 de diciembre de 2009

CUENTO DE NAVIDAD "HO HO HO HOMICIDE"

Ilustración Blanca Nieto
Muchas gracias a Geka por su gran ayuda.


Suena la música de Ennio Morricone en “el Bueno, el Feo y el Malo”: Na na na na nanaa tuuu tiii tuuu na na na na nanaaa tuuu tiii tuuu. Una bola de nieve cruza la estepa castellana.

Todos mis músculos están en tensión. Más por los nervios que por el frío. El duelo con Papa Noel (PN) está a punto de comenzar. Hace años que esperaba este momento. Tres pasos y el más rápido vencerá. Para siempre.

Na na na na naaaa tuuu tiii tuu. El viento gélido sigue soplando.

Mi mano agrietada sostiene el arma. Veo llegar a mi rival a lo lejos apoltronado en su trineo. Llega puntual. Son las 4 y 20 cuando se apea con su falsa cara de bonachón, el sempiterno ridículo y raído gorro rojo y su barba amarillenta. Borracho y fumador empedernido. Viene cargado hasta las trancas. De alcohol y de regalos. Lo de la bebida está justificado, hace mucho frío. Pero al ver la montaña de regalos me hierve la sangre. PN lee el gesto de furia en mi rostro:

- No me mires así. Los he comprado con los millones de dólares que los bancos volatilizaron gracias a las hipotecas basura y demás tejemanejes financieros…

- ¿Cómo? -le grito sin dar crédito a lo que oigo-.

- Psche, es más fácil de lo que crees. Sólo hay que hacer que parezca un accidente… Bueno, una crisis. Aunque si me preguntan, me los encontré en Rovaniemi…

- ¡Mecagonlaleche! Como sigas hablando no voy a aguantar ni medio paso antes de pegarte un tiro.

- No te pongas así, hombre, que esto seguro que lo podemos arreglar por las buenas.

- ¡No hay buenas que valgan!

- Mira, hacemos un trato: tú me pides lo que quieras y el día 25 lo tienes en casa.

- Quiero un planeta nuevo con 3 grados menos y menos capullos como tú pululando por él, ¿no te jode?

- Ese regalo está descatalogado, pero lo mismo te interesa un Premio Nobel de la Paz. Están de oferta.

- ¡Qué no quiero nada tuyo, que yo los regalos se lo pido a los Reyes Magos !

- ¡Joder con los moros esos, no hay manera de hacerme con el monopolio en este país!

- ¿Moros? ¿Y tú? ¡Yanqui de mierda! -le grito mientras me abalanzo con toda mi rabia sobre él para acabar rebotando sobre su redonda y grasienta panza-.

- Hooo hooo hooo. No te acerques tanto que tengo la gripe A hooo hooo hoooo.


Esa maldita risa. No puedo soportarla. Tengo que acabar con esto. Vuelvo a la carga. Esta vez mi golpe le hace tambalearse. Los efectos del alcohol sobre su cuerpo me ayudan a hacerle perder el equilibrio. Saco el arma. La sangre y la nieve irán a juego con su uniforme. Le encañono. ¡PUNCH! Mierda, los renos. No había contado con ellos.

Seis renos rodean a lAcRiS. Está desarmada. El malvado PN consigue erguirse. Se ralentiza la imagen hasta quedar congelada -por el frío y porque se acaba el capítulo-. Suena la música de combate de la Bola de Drac.

¿Conseguirá lAcRiS acabar con el incitador de la furia consumista? ¿Podrá PN aguantar este duro combate sin alcohol? ¿Recompensarán a nuestra protagonista los Reyes Magos por intentar acabar con la competencia? El desenlace en el 2010.

viernes, 20 de noviembre de 2009

FUNCIÓN O ESTÉTICA



Ya que no van a tener demasiadas funciones, al menos podrían cumplir la función estética. Pero ni eso.

lunes, 16 de noviembre de 2009

C’EST BIEN D’ÊTRE FRANÇAIS


La identidad nacional no es un concepto que se inocule como una vacuna, decía hace un par de días Le Monde a propósito del viejo debate reabierto ahora por el omnipresente presidente galo; el de la identidad nacional française. No sé si el objetivo último de Sarko es que los chavales canten la Marseillaise en las excursiones del colegio, que los adolescentes de la banlieu lleven camisetas con el mítico I love Paris o que todo hijo de vecino adopte esa costumbre tan francesa de transportar la baguette pegada al sobaquillo, pero parece que sus deseos se hacen realidad. Ayer, mientras paseaba por Lyon, la burbuja burguesa de la France, oí a un chaval decir con tanto orgullo como alivio: "C’est bien d’être Français!". Se lo decía a sus colegas de rasgos árabes mientras pasaban el rato en las escaleras de l'Opéra. Me perdí el contexto y el porqué de aquella sentencia. Pero, por un momento temí que la République efectivamente hubiese comenzado una campaña de inoculación de la identidad nacional.

viernes, 13 de noviembre de 2009

MIT DER SEELE ANDERSWO


Ilustración "Mujer flotante" de Blanca Nieto

- Was fühlt man?
- Wann?
- Wen man entscheidet so zu leben.
- Wie?
- Mit der Seele anderswo.


- ¿Qué siente uno?
- ¿Cuándo?
- Cuando decide vivir así.
- ¿Así cómo?
- Con el alma en otra parte.

José Manuel Mora. "Mit der Seele anderswo".

lunes, 9 de noviembre de 2009

OTROS MUROS



Fueron 47 kilómetros de hormigón armado. 28 años de división. Fue un Muro de Protección Antifascista, para unos. Un Muro de la Vergüenza y una prisión gigante erigida por los gobiernos comunistas, para otros. Fue un muro de contención ideológica. Fue la evidencia palpable de la existencia del Telón de Acero, de la Guerra Fría, de dos ideologías, de dos mundos enfrentados.

El 9 de noviembre de 1989 cayó el símbolo de una era. Cambió la Historia. Pero la historia de los murallas siguió siendo la misma. Algunos de los que hoy rememoran esta fecha como un gran día para la libertad siguen levantando barreras y prisiones gigantes en nombre de una ideología, de una religión, de la paz, de la guerra o de la seguridad. Levantar un muro significa el fin del diálogo. Significa tapiar el último resquicio de entendimiento. Erigir una valla es el inicio de una nueva guerra. Es una humillación para el que no puede atravesarla y un acto de desprecio por parte del que la construye.

Para el filósofo búlgaro Tzvetan Todorov, el de Berlín fue un muro "raro" porque no servía para proteger un país sino para evitar que los ciudadanos huyesen al extranjero. Raro porque la mayoría de las vallas actuales se erigen para todo lo contrario, para evitar que los extranjeros entren en un país. "Los muros de hoy son la reacción de los ricos frente a las consecuencias que tiene la globalización sobre los pobres”.

Hoy, 20 años después de la caída del Muro de Berlín, siguen existiendo fronteras fortificadas, muros de hormigón, barreras de alambre, vallas electrificadas e, incluso, murallas virtuales. Son muros de contención de la pobreza. Muros de seguridad. Muros que quedan como cicatriz de una guerra. Unos 20 muros en todo el mundo siguen separando pueblos y territorios; Cisjordania, Ceuta y Melilla, México, Corea del Norte y del Sur, Arabia Saudí, Kuwait e Irak, Sáhara Occidental, Chipre, Bostwana y Zimbaue, India y Pakistán, Cachemira, India y Bangladesh, Irán y Pakistán, Uzbekistán, Tailandia y Malasia, Bagdad, Brunei, Gaza y Egipto, Rio de Janeiro…
Y muchos otros. Los muros invisibles.

jueves, 5 de noviembre de 2009

BARNALAND PARK

Foto gentileza de Miquel Baidal que se acordó de mi "turismofobia" mientras paseaba por el Gótico

Debo asumirlo cuanto antes. Vivo en el corazón de un parque temático. Vivo como Mickey Mouse en el castillo de Disneyland pero sin cobrar, sin mansión y sin fuegos artificiales. Vivo rodeada de tiendas de souvenirs repletas de cosas tan útiles como sevillanas con la camiseta del Barça o jarrones en forma de la Sagrada Familia. Vivo rodeada de restaurantes con cocineros paellicidas, tapas momificadas y sangrías radiactivas a precio de riñón. Vivo rodeada de Irish pubs, uno por cada 8 habitantes, con acceso restringido a los autóctonos. Vivo rodeada de negocios clónicos que se comen a los comercios de barrio. Y, por supuesto, vivo rodeada de hordas de turistas. Sólo un pequeño detalle: a diferencia de los parques temáticos, en Barnaland no hay baños cada 25 metros. Así que vivo en un parque temático meado. Menos mal que no es de cartón piedra.

Por las calles deambulan turistas de todo tipo y pelaje, nacionalidad y coeficiente intelectual. La mayoría, a juzgar por los hechos, viene a liberarse de las horrorosas represiones que sufren en sus países. Por eso aprovechan las vacaciones para comerse la noche, y lo que se tercie, beberse hasta el agua de los floreros, vociferar hasta quedarse sin voz, mear en las calles, arrasar con el mobiliario urbano y con su dignidad, entre otras cosas.

Otros vienen en son de paz. Vienen a estrenar sus cámaras de vídeo -aunque la mayoría se vuelva sin ellas-, a saciar sus irrefrenables arrebatos consumistas, a lucir sus tatuajes y piercings en la Barceloneta, a celebrar despedidas de soltera low cost y actividades por el estilo. Últimamente, también vienen a ver la Sagrada Familia, por aquello de las obras del AVE. Saben que cualquier día puede ser el último.

Otros vienen por decir que han estado, porque, a pesar de la buena señalización del parque temático y de los cinco kilos de guías y mapas que llevan a cuestas, algunos no saben ni dónde están. El otro día en Plaza de Catalunya una pobre francesa completamente desnortada preguntaba al resto del rebaño: On est dans quelle ville? Y no me extraña. Si es que los sacan de los cruceros medio atontaos de jugar al paddle en alta mar, les estampan una pegatina con un número, como a un jamón envasado al vacío, y una señorita, que probablemente nunca haya pisado Barcelona, los teledirige Rambla arriba. En qué ciudad estén es lo de menos. Cuando vuelvan a sus hogares enseñarán las toneladas de fotos, las mil horas de vídeo y dirán de carrerilla con aire interesante que han estado en Mónaco, Barcelona, Atenas, Roma y Dubrovnik.

Y mientras este tipo de humanos prolifera en las calles de Barcelona, yo me pregunto qué pintamos nosotros en medio de una ciudad hecha a medida para el turista a nuestra costa. Si el respetable Señor Hereu quiere que nos vayamos para que los visitantes puedan pasear a sus anchas y tengan más pisos para alojarse que lo diga. Sobre todo que lo diga antes de que nos obligue a ir a la compra bailando una sardana cual Mickey Mouse con barretina.

jueves, 22 de octubre de 2009

EN CASA DEL HERRERO...

Los periodistas estamos como los herreros cuando dejó de existir la caballería. Con este magnífico y lapidario paralelismo resumió el otro día un compañero de trabajo la crisis del oficio más antiguo del mundo, el periodismo. Probablemente tan antiguo como el que conocemos por el más antiguo, sobretodo con la misma mala vida y con la misma necesidad de prostituir la materia prima a cambio del dinero de los que manejan el cotarro. Ahora, a diferencia de antaño, no es que la caballería, es decir, la información vaya a dejar de existir, pero tal vez los herreros de la tinta y el papel muramos por una sobredosis de información gratuita y dudosa.

viernes, 9 de octubre de 2009

UNA DIGRESIÓN

¡Veo que no has cambiado!- le grité con retintín desde la acera de enfrente del bar donde habíamos quedado. ¿Por qué iba a cambiar ahora si no lo había hecho en años? Como de costumbre, llegaba tarde. No cinco o diez minutos. No. Media hora. Supongo que si hubiera cambiado en los tres meses que llevábamos separados me hubiese preocupado. Había decidido esperarlo en medio de la calle con todo el frío de diciembre, mucho más frío que otros, y mi gorro parisino. Pensé que si me encontraba en el bar tomando una caña daría la impresión de que aquella media hora de espera no había sido tan grave. Y, en realidad, no lo había sido pero odiaba aquella incapacidad suya de llegar a la hora prevista. Una horrible costumbre que siempre lograba suplir con una gran inventiva para las excusas y su gran sentido del humor. En aquella media hora había aprovechado para visitar nuestro ex barrio. Nuestra ex casa. Nuestro ex bar de cabecera. El bar donde nos habíamos conocido 15 años atrás. Ahora era rojo y había cambiado de dueños. Como nosotros.

viernes, 2 de octubre de 2009

ANA SAHAFIYA

Rachid es de Palestina. De Ramala. Abdel es del Golfo. De Bahrein. Los dos son árabes. No sé si musulmanes. Beben cerveza. Para eso quedamos ayer, para beber unas cervezas después del trabajo. Yo quería dar mi primera clase de árabe con Rachid que había sido profesor en Palestina. Aprendí algunas cosas: Ana Cristina. Ana sahafiya. Ana motarjema. Ana omre wahed wa thalathen. Ana bide bira. Luego entre “bira” y “bira”, y después de hablar de otras muchas cosas, empezamos a hablar del conflicto palestino. Luego empezaron a hablar del conflicto palestino y yo a escuchar. Y luego empezó a tensarse la conversación. Los sentimientos. De repente sentí que no entendía nada y ellos seguían hablando en inglés, aunque probablemente les hubiese gustado cambiar al árabe para explayarse. Rachid reprochaba a los árabes que no les echasen una mano. Se sentía abandonado por sus hermanos. No sólo por sus gobiernos, también por la población. Habló del conflicto palestino como una especie de estrategia de marketing y de bandera justiciera que ondean algunos líderes árabes contra sus enemigos y que utilizan para rellenar sus discursos llenos de palabrería y promesas inútiles. Ellos, los palestinos, sufren las consecuencias reales que se esconden detrás de la palabrería. Esto no lo dijo, pero yo lo pensé. No había victimismo en sus palabras. Sólo un firme reproche y un poco de pesimismo. Echaba en cara a su hermano del Golfo que los árabes estuviesen con los brazos cruzados contando sus reservas petroleras sin hacer nada y que a sus gobiernos se les llenase la boca al hablar de la causa palestina al tiempo que expulsaban de sus fronteras a los palestinos sin tierra under security grounds. Abdel se ofendió. Creo. No podía culpar a todos los árabes así sin más, dijo. ¿Qué podría hacer yo como individuo por los palestinos?, preguntó. Si a estas alturas tú no lo sabes, no seré yo quien te lo diga. Cada uno encuentra su forma, fue la respuesta. Como periodista creo que Abdel lo intenta, porque él, como muchos árabes, siente que también es su lucha. Rachid, sin embargo, siente que la lucha no es común. Me sorprendió que ni Israel ni Estados Unidos ni Occidente aparecieran en la conversación. Extraño cuando se habla de Palestina. Me sorprendió también que después de esa dura conversación se fuesen juntos a tomar la última “bira”.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

LA FRANCE TIENE SARKOZITIS

Et oui, c'est grave. No acabo de percibir si es Francia la que tiene sarkozitis o si es Sarkozy quien tiene a Francia cogida por las partes bajas provocándole esa dolorosa e inflamatoria enfermedad. Esperemos que no sea crónica.

A los franceses se les llena la boca de orgullo histórico cuando pronuncian la palabra République, con esa e a medio abrir y esa u tan francesa y pitiminí. Lejos quedan ya los tiempos en los que las testas rodaron y tiñeron de sangre azul los adoquines parisinos. Si levantaran la cabeza los que la perdieron en aquella época de guillotina fácil se toparían con una nueva y dura realidad: una République con familia real.

A lo que se ve, los franceses, a pesar de su incontestable orgullo republicano, echaban de menos las intrigas versallescas, los bailes de salón cortesanos, las pelucas imposibles, los corsés asfixiantes y las alzas insufribles. Tal vez por eso la opinión pública y, en especial, los medios de comunicación del Hexágono miran embelesados al autoproclamado rey de las Galias en su nueva vida palaciega, con princesa plebeya incluida, que es lo que se lleva ahora.

La familia Sarko acapara buena parte del papel couché galo. La relación de Sarkozy con Carla Bruni ya empezó con una representación teatral para la prensa paseando su amor adolescente y puro por Disneyland. Los franceses, pobres, acababan de descubrir que el corazón y las historietas de principillos y princesillas dan muchos beneficios. Para que luego digan que los españoles estamos a años luz. Si hubiesen mirado antes hacia el sur...

Pero eso es lo de menos. Lo realmente preocupante es que los medios – llamados irónicamente serios- le bailen el agua al presidente con un descaro apabullante. Desde su investidura, Nicolas Sarkozy parece gozar de una cláusula de protección mediática inquebrantable, como aquella de la familia real española. Protegido de toda desventura, los medios franceses, teles, radios y prensa, se las apañan para tapar cualquier traspié del emperador y jalearle al mínimo logro.

A nuestros vecinos del norte se les olvida el nombre de su primer ministro, desaparecido bajo la inmensa sombra de un hombre bajito e hiperactivo. Un hombre que cunde y al que le gusta cundir. Pronto lo veremos en su nueva y esperada faceta, la del entrañable abuelo Nico. Está por ver si estas Navidades también mandan una postal familiar como SS.MM. de España. A ser posible sin retocar con PhotoShop, s.v.p.

LA ESCUPIDERA

En la era de "Mi laptop y yo" y del blogueo, el feisbuqueo y el tuiteo parece que sin un blog no eres nadie. Con un blog tampoco pero, al menos, sirve de escupidera existencial. Así que heme aquí, analfabeta tecnológica perdida -muchos podéis dar fe de ello- aventurándome a abrir un blog de estos. Una escupidera en forma de blog para expulsar los sapos y culebras y oxigenar un poquito la materia gris, casi carbonizada a base de telebodrio permanente y demás circunstancias. Para algunos los escupitajos de este blog caerán bien, para otros, probablemente no tanto... A los que les caigan encima que miren antes de dónde sopla el viento.